domingo, 29 de septiembre de 2013

Capítulo dieciocho: "Need You Now".





-Dime que no acabamos de ser rechazados con una historia infantil. –Dijo mi hermano, pero yo ya no pude contestar. Simplemente comencé a subir las escaleras con rumbo a mi cuarto.

Al llegar me quité los zapatos y los tiré en el piso y luego fui hasta mi buró para peinarme el cabello.

-¿Estás bien? –Preguntó mi hermano al entrar en mi habitación cerrando la puerta a su paso.
-Si. –Asentí. –Ya es costumbre. –La verdad es que no lo estaba, y Liam lo sabía. Pero no me iba a forzar a hablar, porque íbamos a terminar los dos llorando, y no era la forma en la que planeaba pasar mi sábado de noche.
-¿Qué te parece si cambiamos el paseo de mañana por una ida de compras? –Preguntó aún desde la puerta. –De todas maneras hay que comprar el regalo de Niall. -¿Niall? ¡Mierda! ¡Su cumpleaños es el miércoles! ¿Cómo siquiera olvidé eso? –La idea era hacerte acordar, así que le voy a prestar caso omiso a tu cara de sorpresa. –No era necesariamente gracioso, pero me hizo reír. Así que funcionó en algo.
-Claro. Por qué no. –Sonreí tratando de olvidar todo. –De todas maneras voy a tomar ventaja de esto. Lo sabes, ¿no? –El asintió lentamente.

Caminé hasta la puerta y esquivando a Liam caminé fuera de esta hasta la habitación que mis padres compartían.

-Papi… -Dije tímidamente entrando al cuarto para encontrarlo tirado en la cama, con la televisión prendida, y su atención fija en su IPad, seguramente mirando la página de deportes.
-Si, amor. –Preguntó sin quitar la vista del electrónico.
-Necesito un nuevo teléfono… -comencé a decir. Apartó la vista de su IPad y sacó de su bolsillo su billetera, y retiró de la misma una tarjeta negra con varias inscripciones en ella de color dorado.
-Toda tuya. –Dijo sonriendo, resaltando sus ojeras.
-Y tal vez necesite algo de ropa. El fin de semana vamos a festejar el cumpleaños de Niall, y necesito algo para ponerme. –Él soltó una carcajada.
-¿Qué tal si a la hora de comer discutimos el hecho de que tengas una tarjeta de crédito? –Mis ojos se salieron de órbita. –Creo que Liam y vos están lo suficientemente grandes como para poder manejar una… -Luego se quedó pensando un par de segundos. –Al menos Liam lo está. –Yo sonreí agradecida y fui a abrazarlo. –El lunes mando a Edwin a que haga los trámites y supongo que para el miércoles ya tendrán todo listo.
-¡Gracias! –Dije mientras salía de su habitación felizmente. Volví a mi habitación donde Liam me esperaba mirando televisión.
-¿Qué conseguiste esta vez? –Me preguntó cómodamente desde mi cama.
-Un teléfono nuevo y un par de tarjetas de crédito. –Guardé la de él en mi billetera. –De nada.
-¿Me estás jodiendo, no? –Preguntó sentándose sorprendido y feliz. Yo negué con una sonrisa. –Solo vos podés lograr que ese hombre haga esas cosas.
-Epa, que lo propuso él. –Yo reí. –Me voy a bañar. Harry me hizo andar en caballo y apesto a esa cosa. –Él rió.

Al día siguiente aproveché para dormir hasta tarde. Me había quedado mirando una película con Liam hasta las tres de la mañana, y nos quedamos dormidos en mi cuarto. Me desperté cuando verdaderamente ya no podía dormir más. Al mirar el reloj descubrí que eran las tres de la tarde. Doce horas completas de sueño ininterrumpido. Esto sí que me hizo bien. Comencé a patear a Liam mientras me hacía la cabeza de que iba a estar caminando y comprado todo el día, que por más que sea de mis actividades favoritas, era agotador.

-Muero de hambre. –Confesé con voz adormilada aún acostada al lado de mi hermano.
-¿Qué hora es? –Preguntó aún sin abrir los ojos.
-Las tres y cuarto. –Respondí sentándome en la cama, mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad. -¿Vamos? –El se sentó en el medio de un bostezo. –Podemos comer afuera…
-Por favor no digas Bella Italia. –Dijo mirándome en la oscuridad, deduciendo lo que estaba pensando.
-¿Por? La comida ahí es estupenda. –Reclamé estirándome.
-Solo vas por el mesero. –Me recriminó mi hermano mientras se paraba y corría las cortinas, logrando dañar mi vista.
-Lorenzo tal vez influya en mi decisión de restaurantes, pero no niegues que te encanta el pollo e spinaci. –Hice mi mejor intento de un acento italiano. Una vez que me acostumbré a la luz pude ver como sonreía mientras se rascaba la cabeza.
-No puedo creer que te guste un mesero italiano. –Comentó riendo.
-Para tu información, es de Sicilia. –Dije yendo hacia mi armario par buscar algo para ponerme.
-¿Y qué? Sigue siendo Italia.
-Pero es una isla. –Dije obvia.
-Italiana. –Yo rodé los ojos y lo bombardeé con el primer buzo que tenía a la mano, y solo se retiró de la habitación riendo.

Me vestí así:




Y salimos rumbo a la estación de autobuses. No es conveniente ir en auto a Oxford Street. No hay donde estacionar. Es mejor ir en bondi. Más cómodo. Al llegar caminamos los escasos pasos hasta el restaurante Italiano.

-Mirá. –Llamó mi atención Liam. –Están dando Billy Elliot en el teatro. –Dijo en lo que entrábamos en el restaurante, pero todos sus comentarios sobre qué tanto amaba esa obra fueron sustituidos por la canción “Santa Lucía” que inundaba mis oídos y unos penetrantes ojos celestes que me miraban desde una de las mesas. Lorenzo.
-Chicos. –Dijo con un adorable y sexy acento. –Hace rato no venían. ¿Cómo han estado?
-Bien, gracias Lorenzo. Es que nos fuimos de viaje y después de eso las cosas enloquecieron, en el buen sentido. –Dije sonriendo y coqueteando al mismo tiempo. Él me devolvió la sonrisa.
-Pasan hacia la parte de atrás, ¿cierto? –Refiriéndose a otra parte del restaurante al fondo luego de un par de escalones.

Siempre elegíamos la misma mesa contra la ventana, que tenía vista a Top Shop, una de mis tiendas favoritas. Me daba la oportunidad de revisar la vidriera, y además a los chicos lindos que pasaban por ahí.

-¿No tiene los ojos de un color casi idénticos a los de Louis? –Preguntó mi hermano una vez que tomó la orden. De repente las palabras de Mary se vinieron a mi mente “…Solo digo que te gustan los chicos como él. Castaños, de ojos celestes, linda sonrisa…” Definitivamente definía tanto a Lorenzo como a Louis. De todas maneras me propuse no tener a Louis en mi mente este día. Así que simplemente me encogí de hombros y me puse a mirar por la ventana.

Pasamos el día comprando. Ahora, gracias a Dios, tengo un celular nuevo y decente. Solo tenía que llegar a casa y enchufarlo en mi computadora para que se conecte a ITunes y poder empezarlo a usar. Finalmente. No pudimos ponernos de acuerdo sobre el regalo de Niall, así que solo decidimos ver mañana con los chicos si le comprábamos algo en conjunto, o que nos orientaran más o menos en que comprar.

Al llegar a casa ya era tarde, y no tenía mucha hambre, así que me bañé y me acosté a dormir. Claro, no sin antes configurar mi celular. En cerio que había extrañado esto de tener un buen celular. Aunque voy a extrañar el dramatismo de terminar una llamada cerrando la tapa. Le daba un sentido de misterio que no voy a conseguir con otro teléfono…

A la mañana siguiente un mensaje me despertó. Olvidé poner mi celular en “No molestar”. Pesadamente abrí el mensaje sin siquiera ver de quién era. Todavía no me acostumbraba al brillo del mismo, y no tenía muchas ganas de hacerlo tampoco. “Morning, ugly. Hope you have a awful day. XO, Lou (:”  (Buenos días, fea. Ojalá tengas un día horrible. XO, Lou (:) No pude evitar soltar una pequeña risa con ese mensaje. Todas desean a un chico tierno que les mande “Buenos días hermosa, que tengas un día hermoso”, y yo tengo a Louis. Es lamentable. Ya que estaba me fijé en la hora. Probablemente Liam recién se había ido. Aún podría haber dormido un poco más si no fuera por Louis.

Me bañé y me vestí:



Me disculpé con Mary, pero prefería ir a desayunar algo afuera, ya que tenía tanto tiempo libre. Caminé hasta un Starbucks que había a cinco cuadras de mi casa y me pedí un capuchino con chocolate rayado por arriba, y un cinnamon roll. Una vez con mi pedido en la mano fui hasta una mesa vacía y me senté a terminar de leer el libro que me había dado Luke, y a tomar mi desayuno. De repente me llega otro mensaje. “Don’t pretend you didn’t read my message, sneaky bitch.”  (No finjas que no leíste mi mensaje, perra. –No encontré una manera de que la palabra “sneaky” sonara bien en español. Solo suena bien en inglés.-) Volví a reír. Aún así no le respondí. Se ve que estaba muy aburrido en clase.

Una vez que terminé mi desayuno, guardé mi libro en la mochila y salí caminando hacia el colegio. Me puse los auriculares y caminé al ritmo de Emeli Sande con la canción “Next To Me”.

Al llegar aún faltaban diez minutos para que sonara el timbre, así que me dediqué a agendar a mis amigos en mi celular. No se por qué, a Louis lo terminé agendando como “Will”. Solo que si alguien revisa mi celular, no quiero que sepan que me mando mensajes con él. Aunque muchos mensajes no le mandé. Pero bueno, se entiende el punto.

Cuando terminé de agendar a los que recordaba sonó el timbre, así que fui hasta mi casillero a sacar mis cosas para mi siguiente clase. Al cerrar el casillero veo a Louis recostado en los casilleros mirándome con una sonrisa.

-¿No recibiste mis mensajes? –Preguntó divertido.
-Sip. –Respondí con una sonrisa.
-Y no los respondiste porque…
-No tenía ganas. –Él sonrió aún más ampliamente.
-Olvidé que eras histérica. –Respondió dejando de apoyarse en los lockers y caminando a mi par hasta mi siguiente clase. Yo solté una carcajada seca.
-No, querido. Que una chica no caiga a tus pies al toque no quiere decir que sea histérica.
-Pero vos sos histérica igual. Caigas o no a mis pies.
-Y vos un tarado.
-Un tarado al que te encantó besar… -Miré hacia varios lados para comprobar que nadie nos hubiera escuchado, pero entre que todos estaban en sus asuntos, y hablando muy alto, nadie nos escuchó.

-Ni voy a tratar de explicarte por qué lo hice, porque conociéndote, no me vas a prestar atención y vas a salir con un comentario depravado que me va a dar asco escuchar. –Dije sin dejar de caminar hacia mi destino.
-No lo habría dicho mejor. –Rió.
-Adiós Louis.

Todo salió justo como lo predije. Louis volvia a ser el pelotudo de siempre. vino.
vado que me va a dar asco escuchar. tre que todos estaban en sus asuntos, y hablando muy ííía a ser el pelotudo de siempre. Un poco más hincha pelotas que antes por el tema del beso. Pero seguía siendo Louis. Y ahora, a esperar otros once años…

El resto del día pasó normal. No más mensajes de Louis. Lo habré cruzado un par de veces, pero se pasó el día entero con Melody, lo cual la verdad no me interesó. Es más, lo prefiero así que en mi mente. Las clases terminaron y teníamos entrenamiento con las porristas, lo que quiere decir bancarme a Marcie dándome órdenes como si fuera a cumplirlas. Por suerte ahora Micki había entrado en el escuadrón y ya no estaba tan sola. Alison y yo contra todo el escuadrón no funcionaba…

Fuimos a los vestuarios y nos cambiamos, junto con el resto de chicas que forman parte del escuadrón, y las que no, pero aún así tienen que cumplir con las horas obligatorias de gimnasia. Naturalmente hacen algún deporte variado, o atletismo, o cosas así.

Cuando terminé de cambiarme fui frente al espejo para poder peinarme.

-¿Vamos? –Me preguntó Alison. Pude notar como el vestuario de mujeres estaba casi vacío, y cada vez se iban más chicas.
-Ya voy. Esperá a que me peine y voy. –Ella asintió y salió con el resto de las chicas dejándome sola en el vestuario. La verdad es que no tenía ganas de ir con Marcie.

Me hice una cola alta en el cabello, y me lavé la cara. Cuando levanté la mirada vi a un chico recostado contra la pared mirándome detenidamente. Tuve que pestañear varias veces para confirmar que no estuviera teniendo una alucinación. Lo que me faltaba era alucinar con Louis Tomlinson.

-Es el vestuario de mujeres. –Dije volteándome. Yo ya había visto esa mirada. Es exactamente la misma mirada que tenía en mi sueño.
-Qué mal. Me debí de haber equivocado. –Dijo sonriendo, sin cambiar la mirada.
-Y entonces podés retirarte. –Hablé con nerviosismo. Si esa es la misma mirada que en mi sueño, y a continuación va a ser lo mismo que en mi sueño, esto no va a terminar bien…
-¿Te pongo nerviosa? –Es una buena señal que esté hablando, ¿no? En mi sueño no hablaba. Bueno, si voy a comparar la vida real con un sueño, no creo que las cosas salgan como espero… Caminó hacia mí lentamente, sin sacarme la mirada de en sima.
-¡Pff! ¿A mi? –Largué una falsa carcajada. –No. Ni ahí. –Llegó hasta donde estaba y puso sus manos a cada lado de mi cuerpo, acorralándome contra el lavamanos. ¿Y si esto es un sueño? No, no creo. Porque la gente no piensa en sueño cuando sueña. Además, Louis se ve bastante real para ser un sueño.

Llevaba ya su uniforme de rugby, porque claro está que había logrado entrar en el equipo. Y traía el cabello levemente desordenado. Olía a jabón, One Million, y Louis. Miré fijo a sus ojos. Estaban diferentes. Mas brillantes. Lujuriosos.

-¿A no? –Su aliento mentolado chocó en mi cara, logrando que me ponga más nerviosa todavía. Pero lo ocultaba. O al menos traté.

O sea, esto no estaba en mi plan. Se suponía que Louis no iba a volver a besarme. Se iba a seguir burlando de mí como de costumbre. Y todo iba a ser como antes. Pero acá estábamos, los dos, solos, y él a punto de besarme.

-Mirá. El agua se escapa por aquella pared. –Dijo señalando hacia su espalda, sin dejar de mirarme. Me deberían de colgar el cartel de “Estúpida” en la frente, porque miré hacia donde decía y al volver su mirada hacia él para recriminarle que era mentira, sentí sus labios sobre los míos.

Los primeros cinco segundos batallé con mi mente para separarlo, pero al ver que no lo lograba, me rendí. Cinco segundos. Toda una heroína, lo sé. Sarcasmo…

Devoraba mi boca con tal ferocidad que me costó un poco seguirle el ritmo al principio, pero no tardé más de diez segundos en estar a la par. Si, cinco segundos más que lo que me tardó asumir que me encanta besarlo. Mis manos subieron a su cuello y comenzaron a jugar con su cabello intensificando el beso, mientras que sus manos vagaban por mi espalda. Bajó ambas manos hasta mi culo y me incentivó a hacer un impulso para sentarme en el lavamanos, orden que claramente no desobedecí. Enrollé mis piernas alrededor de su cintura e hice presión para acercarlo más aún hacia mí, mientras sus manos recorrían mis muslos desenfrenadamente. Mis manos comenzaron a bajar por su pecho y se metieron debajo de su remera de rugby.

-¡_______! ¡¿_______, estás acá?! –Se escuchó desde la entrada del vestuario. Para entrar había que recorrer un pasillo, lo que me dio el tiempo suficiente para bajarme del lavamanos y meterme junto con Louis a uno de los baños minúsculos que habían justo al lado de los espejos antes de que Alison entrara oficialmente al vestuario.
-Si. Estoy en el baño. –Respondí tratando de disimular mi respiración agitada. Louis no perdió el tiempo, y comenzó a dejar pequeños recorridos de besos desde mi oreja hasta mi escote, logrando que estuviera todo menos tranquila.
-Marcie está recontra hister﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽histños recorridos de besos desde mi oreja hasta mi escote, logrando que estuviera todo menos tranquila. a uno de los érica hoy, y nadie sabe por qué. Apurate que te espero.
-No. –Me apresuré a decir. Louis no dejaba de recorrer mi cuerpo con sus manos y besarme el cuello y yo ya no se cuánto más voy a aguantar. –Es decir, ya voy. Decile a Marcie que en un toque estoy allá.
-Okey. –Dijo para luego escuchar sus pasos fuera del vestuario.

Solté un suspiro que no sabía que estaba conteniendo, y Louis volvió a atacar mis labios mientras me aprisionaba contra la pared. Pero lo separé al instante.

-Tengo que irme. –Dije sin tratar de disimular mi respiración.
-No. Te quedás. –Me exigió tratando de besarme una vez más. Lo que me sorprende es la cantidad de fuerza de voluntad que tuve que usar. ¿Tanto me quería quedar con Louis? Negué volviéndolo a separar.
-Tengo entrenamiento. Y vos también.
-En este momento lo que menos me importa es el entrenamiento. –Miré a sus ojos y parecían que se estuvieran prendiendo fuego, posta.

Suspiré. Realmente consideré faltar al entrenamiento y tener una sesión de besos con Louis, pero eso implicaría no solo explicarle a Marcie por qué falté, sino también a mis amigas, y no tenía ganas de decirle que me quedé para comerme a Louis. Aunque sería satisfactorio ver la cara de Marcie al decirle que estuve con su nueva conquista. Pero no.

-Ya vámonos, Louis. –Dije tratando de autocontrolarme. Me hizo una cara suplicante muy rendidora, pero aún así me negué y permanecí fuerte.

Él suspiró y finalmente aceptó a irse. Caminamos por el vestuario, y luego de fijarnos que no hubiera nadie, salimos del mismo y fuimos a las canchas, por separado, claro.

Alison tenía razón. Marcie estaba imbancable, y andá a saber por qué. Nos hizo trabajar bastante duro. Al salir nos encontramos todos en la puerta.

-Muero por dormir una siesta hasta el dos mil treinta. –Comenté exagerada mientras me recostaba en mi auto. Ya ni sabía cómo mirar a Louis a la cara, así que simplemente ignoraba sus miradas. Siempre que nuestras miradas se cruzaban, no dudaba en alejarla.

-Si, bueno, cuando volvamos. –Dijo Harry con una sonrisa. ¿Volvamos? ¿De dónde? –No te hagas la desentendida, turra. Vos y yo teníamos un trato, ¿te acordás?
-Pensé que jodías, Harry. –Dije recordando nuestro trato.
-Ahora sabés que no. –Sonrió con las mejillas llenas de lodo. –Ahora vamos. –Negué. –Tengo maneras de arrastrarte…
-No me vas a obligar, Haroldo. –Dije negando como una nena chica.
-Ahora por decirme así la cosa empeoró. –Avanzó hacia mí y me cargó en su hombro hasta alejarse de los demás, mientras yo utilizaba mis últimas gotas de energía para gritar y pedir ayuda, la cual claro no llegó.

-Te odio. –Dije entrando a mi casa, donde estaban Liam y Alison rojos como un tomate. ¿Y estos qué?
-No es tan malo.. –Comentó riendo.
-Díganme que no fueron a un telo. –Preguntó Liam yendo hacia nosotros.
-Hubiera preferido diez veces ir a un telo que esto. –Respondí molesta. No puedo creer que de verdad me obligara.
-¿En cerio? –Preguntó Harry esperanzado, a lo que lo golpeé fuertemente con mi cartera.
-¿Qué te hizo hacer ahora? –Preguntó Alison, ignorando el hecho de que le estaba haciendo bullying a su hermano. Dejé de golpearlo para levantarme la remera y mostrarle tanto a mi hermano como a mi mejor amiga la hache tatuada en mi estómago, más bien en mi pelvis. Ambos estallaron en risa. –Esto es muy genial.
-No, no lo es. –Dije yo enfadada.
-Oh, vamos. Yo también tengo tu inicial tatuada. –Dijo mostrando su muñeca, donde efectivamente había una __ plasmada bajo una fina capa de nylon.

La semana pasó rápidamente, y decidimos que para el cumpleaños de Niall iríamos a bailar para festejar. De regalo contribuimos entre todos y le compramos un auto. Claro que sus padres pusieron la mayor cantidad de dinero. Pero al menos él estaba feliz.

En toda la semana esquivé a Louis. Cuando estábamos todos juntos lo ignoraba, y cada vez que trataba de hablar conmigo le traía una escusa diferente. No sabía que hacer, ni que decir. Por primera vez, yo, que siempre tengo lo indicado para decir en el momento indicado, me había quedado sin palabras. No debería de ser así. Louis debería tratarme como siempre lo hizo, no volver a besarme. Y eso me estaba volviendo loca. ¿Por qué lo hizo? O sea, cuando éramos chicos no lo volvió a hacer. ¿Qué lo lleva a hacerlo ahora?

Simplemente estaba asustada. Tardé bastante en admitirlo, igual. Pero lo estaba. Tenía miedo de que las cosas no fueran como yo lo planeé. ¿Qué iba después? Yo soy la que nunca piensa en las consecuencias y actúa sin medir las acciones, pero ahora finalmente eso me trae mal. O sea, es Louis. El mismo Louis que me molestó toda la vida. Y cada vez que siquiera se me acerca… ¡Agh! Solo me hace cuestionarme todo mi razonamiento.

El sábado iríamos a una discoteca a festejar el cumpleaños de Niall, y hoy, jueves de noche, no tenía nada más que hacer que acostarme en mi cama con un pote de pop y mirar un maratón de Gossip Girl hasta que me quede aburrida.

Ya tenía el pop listo, y me estaba cambiando a mi pijama. Al terminar me comencé a peinar. De repente siento un ruido en mi balcón y al voltear la cabeza hacia el mismo, veo como algo entra en mi habitación. Algo no, alguien.

-¿Te das cuenta de lo fácil que es que un ladrón venga a robarte? –Preguntó mientras cerraba las puertas detrás de él. Respiré hondo para no tirarle el peine por la cabeza.
-¿Estás en pedo? –Susurré levantándome de mi buró. -¿Hace cuánto que estás ahí? –Temía que pudiera haberme visto en bolas…
-No lo suficiente, al parecer. –Dijo mirándome de arriba abajo. Eso quitaba mis dudas de que me hubiera visto cambiándome, pero aclaraba mis pensamientos de que es un completo idiota.
-¿Querés callarte? Si Liam se entera que estás acá te mata… -Lo reconsideré. –Mejor dicho, hacé todo el ruido que quieras. Hay una batería y varios instrumentos un par de habitaciones hacia la derecha, andá y tocá todo hasta que Liam venga a matarte. –El largó una carcajada susurrante.
-Por más que me deleite la idea de ser asesinado por Liam, me temo que antes tengo que hacer otra cosa.
-Acá no tenés que hacer nada, así que te agradezco que te retires. –Estaba muy enfadada, pero simplemente porque no quería hablar con él bajo ninguna circunstancia.
-Antes tenemos que aclarar un par de cosas.
-Vos y yo no tenemos nada que aclarar, Louis. Y no podés andar metiéndote en las habitaciones ajenas cuando se te de la gana. ¿Qué pasaba si me estaba cambiando? –Pregunté molestándome más con cada palabra que salía de mi boca.
-Esa era la idea, pero sos rápida cambiándote. –Le golpeé el pecho enviándolo hacia las puertas ya cerradas de mi balcón.
-Andate, Louis. –Exigí por última vez.
-No hasta que me dejes de ignorar. –Se paró firme en el piso e impidió que siguiera echándolo.
-No te ignoro, ¿okey? No sos el centro del universo. Ni que fueras tan importante para perder mi tiempo ignorándote. –Mentí descaradamente. La verdad es que no había parado de dar vueltas con el asunto.
-¿Sabés lo que yo pienso? –Negué, pero tenía el presentimiento de que lo iba a averiguar de todas maneras. –Pienso que me ignorás porque cuando te besé en la fiesta de máscaras pensaste que no iba a pasar más. Pero luego te besé en el vestuario. Y te pusiste histérica porque te gustó, y no querías que te guste. –Cada palabra que decía sentía que se acercaba más hasta el punto de acorralarme contra la cama. –Entonces ahora te pusiste en plan de evitarme porque sabés que si te acercás a mí, así de cerca como estamos ahora, no te vas a poder resistir a ningún atentado que pueda venir de mi parte. Y tampoco querés que eso pase, porque odiás perder. Incluso si es contra vos misma. –Estábamos tan cerca que respirábamos el mismo aire.
-¿Y que pierdo conmigo misma? –Pregunté distraída por sus hermosos ojos. Mary tiene razón. Amo los ojos celestes.
-Perdés el hecho de que te prometiste no volver a besarme nunca.
-¿Y quién dice que prometí eso? –Pregunté cerrando los ojos para dejar de perderme en los suyos.
-Yo lo se. –Siento que me agarra de la cintura y me acerca más a él. Ya me había rendido. Aceptado que todo lo que decía era cierto. Estaba lista para recibir el atentado cuando… -Entonces, ¿maratón de Gossip Girl y pop? –Preguntó sonriendo sobre mi boca. Se separó abruptamente sin besarme hasta el pote de pop, tomó un par y se los llevó a la boca mientras me miraba con autosuficiencia. De seguro yo estaba roja. Pero no de vergüenza. De furia. –Suerte en tu noche. –Me lazó una guiñada y se acercó a la puerta del balcón, pero lo detuve antes de que saliera.
-No podés irrumpir mi noche, hacerme admitir que tu retorcida historia es cierta, y después irte como si nada. –Protesté molesta.
-Decilo y me quedo. –Se cruzó de brazos más cerca de mí de lo que hubiera deseado, considerando de que no pienso claramente cuando lo tengo tan cerca.
-Decime que me necesitás, y me quedo. –Insistió sonriendo.
-Sabés que eso no va a pasar. –Aún sin pensar claramente, no iba a ceder ante eso. Era caer bajo. Demostrarle que soy más débil que él. Y no lo soy. Definitivamente no lo soy.
-Tenés una última chance. Sino me voy.
-A Chuck le acaban de disparar, y Dan está por tener un bebé con Georgina. –Dije sonriendo refiriéndome a Gossip Girl mientras daba vuelta el juego. Sonreí y me volteé alejándome de él. No me iba a dejar controlar. –Cuidado al bajar. –Dije mirándolo desde la cama con una sonrisa.

-Estoy seguro que podrás averiguar si Chuck murió o no más tarde… lo hice. tratar de explicarte por que nadie nos hubiera escuchado, pero entre que todos estaban en sus asuntos, y hablando muy é lo

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Y este es el final. Se que esperaban más, pero estoy enferma desde el miércoles, y estoy tipo re mal, les juro. Viste cuando no tenés ganas de hacer nada? Bueno... Entonces me re boludeé y no escribí sino hasta ahora. De todas maneras me gustaría avisarles desde ya que los capítulos se van a acortar de ahora en más. Quiero que la novela dure más tiempo, además de esta manera puedo subirles más seguido :) Las adoro a todas, si? Sepan eso! Ojalá les guste el minimaratón. Espero algún día hacer uno más grande para agradecerles todo el apoyo que me dan! 

Ly!

XOXO

Juliii :)

Capítulo diecisiete: "Memories".





-Yo me hago la hache en la panza si vos te tatuás la __ (tu inicial). -Dijo decidida abrochándole la camisa. Nunca creyó que él diría que sí.
-Hecho, el lunes después de clase vamos. -Ella, confiada en que era una broma y que luego él se olvidaría, aceptó en medio de una carcajada. -Vamos.
-¿Era en cerio? -Preguntó ella refiriéndose al caballo. Harry solo sonrió divertido mientras palmeaba la espalda del animal. -Yo no me pienso subir en eso, Harry. Ya vi como hacen hace un rato. Se paraban en dos patas y todo… -Asustada la chica retrocedió un par de pasos hasta dar con una pared de madera.
-Y bueno, pararse en una pata está complicado… El pato se queda viudo. -_______ rió, pero no porque le había resultado gracioso, sino porque le había resultado tan mala la broma que daba risa de lo horrible que era. -Dale, pancha. -Insistió a un lado de Walker.
-Tengo vestido. No puedo montar con vestido. -Fingió estar apenada mientras se sentaba sobre una caja y sonreía tiernamente.
-Montás a la inglesa.
-¿Ahora hay formas de montar? -Vio como el chico sonrió pervertidamente y ella comenzó a reír. -El caballo, degenerado. Montar el caballo.
-Ahora le dicen así… -Comentó divertido comprobando la montura del animal.
-Dejá de pensar en sexo por un segundo en tu vida. -Dijo ella negando levemente aún con expresión divertida en el rostro.
-Listo. Ahora arriba. Vamos a dar un paseo. -Ella negó divertida aún sobre la caja.

Harry caminó hacia la pequeña Payne y la agarró de la cintura hasta depositarla al lado del caballo, ignorando sus gritos y múltiples súplicas para que la bajara. _______ dio un paso para atrás asustada cuando el animal golpeó el suelo con una pata. La sujetó de la cintura.

-¿Lista? -Preguntó tomando impulso para levantarla, que no era mucho, ya que no pesaba tanto.
-No. -Respondió ella sosteniéndose en sus hombros.

Hizo presión sobre su cintura y la levantó del piso del establo hasta ponerla sobre el caballo de manera que sus dos piernas quedaran colgando del mismo lado. _______ se sujetó de todo lugar posible. Analizó el panorama y se decidió finalmente por poner una mano en el hombro de su mejor amigo y la otra sobre la montura del caballo, quedando sostenida de esa manera en ambos lugares. El caballo se removió mientras saltaba un bufido logrando que la chica pegara un pequeño grito de terror. Harry rió ante su reacción sin poder evitar pensar que pasaría si el caballo se para en dos patas.

-¿Me vas a soltar? -Ella negó temerosa. -Tengo que subirme al caballo, _______.
-¿Y si no te subís? ¿Y si yo me bajo? ¿Y si volvemos adentro a donde tengo la seguridad de tu madre y de Luke? -Preguntó ella aún sin soltarlo. Toda su musculatura estaba tensa, aferrada tanto al hombro del más grande de los Styles como al caballo repitiéndose una y otra vez que no iba a caerse. Harry sonrió y bajó la mirada, logrando que sus hoyuelos se vieran extremadamente tiernos.
-No. -Respondió y con un movimiento brusco logró que ella se soltara de su agarre. Rápidamente su mano voló hasta la montura del animal apretando con tal fuerza que sus dedos ya estaban de color blanco.

Harry con un ágil movimiento enganchó un pie en el estribo y con un impulso saltó hasta pasar su pierna hasta el otro lado, quedando detrás de ella y poniendo su pie restante en el estribo del otro lado. _______ tembló al notar la montura flaquear cuando él se subió.

-Parecés gelatina. -Se burló el ojiverde pasando su mano derecha por su lado y tomando las riendas que descansaban sobre el cuello de Walker.
-¿Y si nos caemos? -Preguntó temblorosa la chica con miedo de voltear hacia él y fracasar en el intento.
-Y… Más del piso no vamos a ir… -<¿Cómo se puede tomar mi desgracia tan burlonamente?> Pensó _______, enojándose levemente. -Tranquila. La montura está bien ajustada. Si la ajusto más, se asfixia el caballo. -La tranquilizó posando su brazo restante al rededor de su cintura y pegando aún más la espalda de ella sobre su pecho, acto que le hizo soltar el aire que nuevamente no notó que contenía.
-Deberíamos intentarlo. -Respondió ella, ahora si volteando a verlo. Una vez rodeada por sus brazos, se sentía más segura. Harry lanzó otra risita burlona. Sin duda se estaba burlando de su fervor a los caballos. -En cerio te digo. Si las mujeres de antes aguantaban con los corsé, este caballo puede aguantar un poco más ajustado. Solo para comprobar no morir.
-Pero este caballo es hombre. Y por cierto, no son "hombres" o "mujeres". Son "caballos" o "yeguas". -La chica no pudo reprimir un golpe en su hombro, pero luego se volvió inmediatamente a aferrarse a la montura de Walker. De un momento a otro le agarró una inmensa curiosidad por comprobar si Walker era verdaderamente un hombre.
-Podré no saber mucho de caballos. Pero en historia te rompo el culo. -Dijo orgullosa cruzando sus pies para que no quedaran colgando tan inertes como estaban.
-Una vez que se algo, deberías dejarme alardear. -_______ prácticamente lo sintió sonreír. Era eso, o que realmente lo conocía para saber que estaba curvando sus labios en una sonrisa.

Harry se acomodó en la montura de una manera en que quedara cómodo, y logrando que nuevamente la montura del caballo se moviera. _______ se aferró aún más fuerte a esta, sin considerar la opción que si la montura falla, y ella está aferrada a la misma, termina en el piso. Cuando se le pasó por la cabeza esa teoría, buscó con la mirada otros lugares para agarrarse, pero considerando que era la montura o el cabello del cuello de Walker, decidió permanecer como estaba. Pensando en mil maneras de morir no se dio cuenta sino hasta el último momento de la cercanía del chico, que podía sentir su respiración detrás de su oreja.

Vagamente divisó como Harry separaba sus pies aún enganchados en los estribos y volvía a dejarlos caer golpeando el estómago de la criatura y ocasionando que comenzara a moverse. Ese acto claro está le puso los pelos de gallina a la chica, quien reprimió un grito para ahorrarse más burlas por parte de su mejor amigo.

Salieron del establo en silencio y anduvieron a paso tranquilo. _______ quiso creer que era porque Harry se había aburrido de su desgracia, y se había compadecido de su miedo a una muerte prematura. Una vez que posó su mente en otra cosa, como el hermoso paisaje que los rodeaba, se tranquilizó. Se estaban alejando del establo, y por ende del Country. A paso lento pero seguro avanzaron entre el verde césped de lo que parecía un campo de golf, y la chica recordó que Harry también practicaba ese deporte. Pero solo por diversión, no competía como lo hacía con el polo, o el rugby. El golf… Qué deporte más aburrido. Ver como unos viejos menean el culo a lo Shakira y golpean una pelotita con un palo hasta terminar en una pose completamente gay… No era lo de ella.

En silencio atravesaron el campo de golf entero, y al terminar ya no se veía siquiera el hoyo seis. Unos cinco minutos después _______ divisó un hermoso lago lleno de patos. Al fondo se iniciaba un bosque frondoso, al cual le invadieron terribles ganas de investigarlo. Más que investigarlo, de jugar a las escondidas ahí. No podía ver con exactitud la extensión de dicho bosque, pero calculaba que no era tan pequeño. Tal vez era el mismo bosque que había visto en el medio de su ataque de nervios antes de llegar al Country. Pero claramente estaba demasiado distraída como para calcular más o menos la distancia.

Una vez cerca del lago, Harry soltó las riendas para dejar que el caballo pasteara y descansara, más aún así no se bajaron de él. _______ se quedó maravillada con la belleza del lugar. Para una ciudad como Londres, habitualmente gris y sin color más que los ómnibus y las cabinas de teléfono, que de hecho las pintaron de ese rojo para poder divisarlos entre la niebla -lo que lo hace realmente lamentable-, esto era la octava maravilla del mundo.

-Suelo venir con Ali acá por lo menos una vez en el día. Cuando estamos completamente sofocados de tanta gente falsa e hipócrita. -Explicó el chico mirando a un par de patos que peleaban por una migaja de pan, que hacía cuestionar a _______ de dónde había salido. -Es un buen lugar para pensar. -<Lo último que necesito ahora es pensar>, habló una voz en la mente de la pequeña Payne.
-Si, acepto. -Dijo ésta, tratando de cambiar de tema.
-¿Qué aceptás? -Preguntó el chico confundido, mirándola con unos expresivos ojos verdes.
-¿Qué no me trajiste acá para proponerme matrimonio? -Contestó graciosa mientras hacía resaltar sus pecas con una genuina sonrisa, la cual contagió a su mejor amigo.
-Ahora te traigo al galope, vas a ver. Por turra. -Comentó aún riendo el ojiverde.
-Lamento haber olvidado que "Harry" y "casamiento" no pueden ir en una misma oración sin ser negativa… -Comentó graciosa, mientras él asentía dándole la razón. -Son como el agua y el aceite. O como perro y gato. O como Spiderman y El Wasón.
-El Wasón es el villano de Batman, burra. -Dijo gracioso.
-Perdón, friki.
-Yo me caso el día que vos te lleves bien con Louis. -Harry y su manó a de hacer apuestas.

La chica se tensó de inmediato al escuchar el nombre del chico que, sin querer, había ocupado sus pensamientos todo el día. Escucharlo en voz alta solo empeoraba la situación. Se había propuesto la noche anterior no pensar en él, pero le había resultado imposible. En cada esquina, cada rincón, cada objeto, le recordaba al ojiazul, y no podía evitar que él invadiera su mente. Pero, al final del día, da igual. Para el lunes, vuelven a ser los Louis y _______ de siempre. Todo solucionado. Problema resuelto.

Decidió no pensar más en el tema y se dispuso a mirar el paisaje.

-Creo que es hora de volver. Ya van a servir la comida. –Dijo Harry comprobando su reloj.
-¿Ya? –Preguntó decepcionada. -¿No nos podemos quedar un rato más?
-Se van a empezar a preguntar dónde estamos… Además tengo hambre.
-Okey. –Dijo desanimada mientras el caballo se ponía en marcha de vuelta y ella volvía a tensar todos los músculos de su cuerpo.

-Fin de su narración.-

-Narras tu.-

Al llegar nos sentamos en la mesa justo al momento en que los camareros comenzaban a traer los platos para comer. No vale la pena recalcar que eran extremadamente lujosos. Creo que la vajilla era de plata y todo…

Cuando ya nos habían retirado la vajilla sucia del postre comenzó a sonar música, y las luces del establecimiento se bajaron dando paso en su lugar a luces multicolores que vagaban de un lado al otro del lugar.

-¿En cerio? ¿Música de los ochenta? –Pregunté mientras reía a mi acompañante.
-La mayoría de gente acá es vieja. –Explicó riendo. –¿Me concede el baile que no me concediste anoche? –Preguntó parándose de la silla y haciendo una reverencia, logrando que riera.
-¿Hablás del baile que no me pediste? –Él asintió divertido aún haciendo la reverencia. Acepté su mano para ayudarme a parar y avanzar al centro del lugar, donde muchas parejas de gente, y otras simplemente en grupos o solas, bailaban animadamente.

Una vez en el centro comenzamos a bailar al ritmo de “Footloose” animadamente mientras Harry no paraba de hacerme reír. Al finalizar comenzó a sonar otra canción que a leguas se daban cuenta que era de la misma época, solo que ésta era lenta.

Estábamos bailando juntos animadamente cuando la canción que estábamos escuchando se corta de repente y comienza a sonar “Temperature”, de Sean Kingston. Miré a Harry para preguntar con la mirada si eso era normal, a lo cual negó al instante. Volteamos monocromáticamente hacia el lugar donde se suponía estaban poniendo la lista, y Chloe avanzaba animada saliendo de la mesa improvisada con una computadora simulando ser un dj. Era tan obvio. Era ella quien había cambiado la canción para que Harry y yo dejemos de bailar…

-Esta mina me cae muy mal. –Le comenté a Harry mientras la multitud se acostumbraba al cambio repentino y seguía bailando. –Lo hizo de gusto.
-Obvio que lo hizo de gusto. Es como una Marcie personal. –Dijo él, claramente irritado. –Solo que más obsesiva.
-Si, no creo que eso suceda nunca… -Solté una carcajada seca y sin sentimientos. –Solo me gustaría poder vengarme de ella… Tengo que dejar de odiar a la gente que acabo de conocer. –Dije en voz alta como un recordatorio a mí misma.
-Y podés… -Dijo levantando una ceja y mirándome divertido. Creo que se a lo que se refiere.
-¿Te estás aprovechando de mí? –Pregunté graciosa mientras me acercaba a él.
-No desperdicio una oportunidad como esta. Nunca.

Antes de que pudiera pestañar, Harry me agarró del cuello y acercó mi cara a la suya para en menos de tres milisegundos juntar nuestras bocas en un beso, de esos que solo nosotros, dementes como somos, sabemos dar.

A lo que me refiero es que besar a Harry en la boca para mí ya es como besarlo en la mejilla. Está incorporado a mi ser. Aunque me prometí a mí misma que la despedida de Grecia era la última. Pero esto era una necesidad. Más bien una obligación. Ya a estas alturas se debieron de dar cuenta lo vengativa y orgullosa que soy, ¿no? Bueno, si no lo sabían, ahora lo saben. Nunca entendí esas películas en las que al final, la buena termina perdonando a la mala y todas terminan amigas… Como siempre en todas las películas chotas de mujeres terminan en un baile de graduación y la buena gana la corona de reina del baile, y la comparte con la gente… Yo me burlaría de todas, admitiría ser la mejor, y se la restregaría a mi enemiga en la cara, después de partirle una silla en la nuca. ¡Es mi corona, flaca! ¡Jodete por ser una pajera!

En fin, me fui re de tema. Lo que pasa es que soy vengativa. Y si no te sirve, mejor. Ese es el punto…

No podía ver la cara de Chloe, pero estaba más que segura de que estaba verde de la envidia. Nos separamos cuando cambió la canción y continuamos bailando como si nada. Bueno, tengo que admitir que le di una miradita a Chloe para ver su cara, y tengo que decir que era aún mejor de lo que esperaba.

-Hazz, tenés que prometerme que esto no va a volver a pasar, ¿si? –Pregunté una vez que estábamos solos en el auto de camino a casa.
-¿Qué? ¿Traerte al Country? –Mi miró con una sonrisa pícara. -¿Tan mal estuvo?
-Ya sabés a lo que me refiero. Es por bien.
-No entiendo por qué…
-Es nuestro último año, Hazza. El año entrante vamos a ir a la universidad. Somos prácticamente adultos. –Expliqué temiendo de mí misma.
-Sabés que nunca vamos a ser adultos. –Comentó riendo aún mirando a la carretera.
-No, ya se que no. Somos demasiado pajeros para eso. Pero a lo que me refiero es que tenemos que dejar de actuar como si nada más importara. -¿Y por qué ahora pienso así? Andá a saber.
-No se por qué presiento que esto tiene que ver con la llegada de los chicos… -¿La tenía? Tal vez…
-No… O sea, no lo se. Solo digo que no quiero que me tachen de puta. Sabés que nunca me importó lo que la gente dijera…
-Excepto que venga de tus amigos. Lo se. –Terminó mi frase. –No lo hacen, igual.
-Por las dudas.
-Espero que no sea porque quieras tirarte a Tomlinson, o voy a estar muy ofendido. –OKEY. ¿Qué onda? Largué una carcajada seca.
-¿Yo? ¿Con Louis? –Volví a reírme. -¿Qué te hace pensar eso? ¿Acaso no ves que nos odiamos?
-Lo único que veo es tensión sexual. -¿Cómo pasamos de hablar de no besarme más con Harry a Louis? Incluso cuando trato de alejarlo de mi mente, vuelve solo como un boomerang.
-Y yo veo tu ojo morado.
-Qué ruda. –Yo sonreí victoriosa. –Entonces, ¿no más besos? –Yo negué. –Okey. Creo que tal vez pueda soportarlo.
-Por primera vez en mi vida voy a actuar con mi mejor amigo como una mejor amiga. –Dije feliz.
-¿Cómo se hace eso? –Rió y le golpeé de broma el brazo.

Llegué a casa y al entrar descubrí a Liam tirado mirando televisión, quien volteó al escuchar el sonido de la puerta.

-¿Cómo estuvo el Country? –Preguntó aún desde el sillón.
-Sobreviví. –Comenté graciosa dejando mi abrigo en el perchero de la entrada.
-Okey, Mrs. Sarcástica, ¿qué te parece un entretenido domingo con el mejor hermano del mundo?
-¿Qué tiene en mente el mejor hermano del mundo? –Pregunté sentándome a su lado y agarrando un par de sus palomitas.
-No se. Pensé que podríamos caminar por la vida, tal vez ir a Nelson’s Ice por un helado… -Me miró indeciso.
-Sabes que no me gusta ir ahí sin… -Me interrumpió.
-Sin papá. –Suspiró dándome la razón.

Antes de que papá obtuviera su trabajo nos llevaba cada domingo a pasear. Recuerdo que nos tomábamos un ómnibus hasta Oxford Street y bajábamos por Regency Street en uno de esos carros tirados por bicicletas. Seguíamos de largo pasando Picadilly Circus y Trafalgar Square, y nos bajábamos justo después. Caminábamos por St. James Park, y parábamos en un pequeño carrito de helados llamado Nelson’s Ice, justo debajo de la estatua del almirante Nelson, quien mi padre nos hizo creer que era Napoleón, por la forma de su brazo posicionado sobre su pecho, pero éramos unos niños. Luego seguíamos paseando por el parque, asustando ardillas, y a veces gente, hasta llegar al parlamento. Nos quedábamos aproximadamente cinco minutos admirando el Big Ben, y al cruzar el puente a veces íbamos al acuario, otras veces íbamos al London Eye, luego de que abriera, o simplemente volvíamos a casa. No era especial por el estúpido recorrido. Lo era porque lo hacíamos con papá. Y desde que empezó con el trabajo, lo fuimos haciendo cada vez menos, hasta que llegó un día que no lo hicimos más. Memorias... 

-Solo pensé que ya que papá no nos llevaba, podríamos hacerlo por nuestra cuenta. –Le puso mute a la televisión para hablar mejor. -¿Qué dices? De verdad tengo antojo de uno de esos helados.
-¡Aww! –Exclamé enternecida. -¡Estás embarazado! –Él comenzó a reír, y yo también. –Okey. Si significa tanto para ti, supongo que podremos hacerlo. –Traté de sonar como si a mí ya no me importara, pero no puedo esconder esos sentimientos con Liam. Me conoce demasiado bien.

Antes de poder recibir un enorme sermón sobre que dejara de actuar como si lo que está sucediendo no me afectara, la puerta de la entrada se abrió, dando paso a un hombre de unos cuarenta años, con ojeras bajo los ojos, que ya eran más bien un accesorio común en él, y una maleta en la mano derecha.

-¡Papi! –Grité emocionada mientras corría a abrazarlo. Podría sonar como una nena, pero cuando no ves a tus padres por tanto tiempo, verlos, aunque sea un segundo, hace la diferencia.
-¡Pa! –Gritó mi hermano, tal vez no tan emocionado como yo, pero lo suficiente como para pararse y abrazarlo también. –Creí que llegabas a mediados de la semana. –Dijo confundido. A mi me da igual, si él está acá, no me importa nada más.
-Si, bueno. Volví antes para pasar un tiempo con mi familia, ¿qué no puedo? –Mencionó gracioso. -_______, cariño, ¿me dejarías entrar? –Preguntó al ver que lo tenía inmovilizado con mi abrazo. Yo me separé y lo ayudé con la maleta. -¿Por qué vestida tan elegante? –Me preguntó examinándome de arriba abajo. -¿Ya con novio? Liam, ¿no te olvidaste de nuestro acuerdo, o si? –Preguntó hacia mi hermano.
-¿Acuerdo? ¿Qué acuerdo? –Pregunté confundida.
-Papá me hizo prometer que si alguna vez traías un novio a casa y él no estaba, yo lo iba a recibir en ropa interior. –Yo estallé en una carcajada.
-¿Y eso por qué? –Pregunté aún riendo.
-Porqué así se da cuenta de que nuestra familia está demente, se asusta, y no te vuelve a llamar. –Respondió él, dejando su abrigo en el perchero junto al mío. –Pero no me cambies de tema, jovencita. ¿A dónde fuiste tan arreglada?
-Salí con Harry. –Respondí inocentemente.
-Si, me lo tuve que haber imaginado. No son novios, ¿o si? –Preguntó enarcando una ceja. Amo el olor que emana mi padre. Es como de limón con aire contaminado de Londres y menta. Es el olor que hay en su oficina. Me encanta.
-No. Aunque toda una sociedad de gente cheta cree que sí. –Respondí pensativa.
-Esas son las cosas que me gusta escuchar cuando llego a casa. –Comentó irónico empezando a subir las escaleras.
-¡Esperá, pá! –Gritó Liam, y luego se refirió a mí en voz baja. –Preguntale si quiere venir con nosotros mañana.
-¿Qué? ¿Por qué yo? –Pregunté de la misma manera. Luego de una guerra de miradas y múltiples golpes, mi padre decidió hablar.
-Niños, estoy cansado. ¿Qué sucede?
-Nos preguntábamos si… -Comencé a decir mientras jugaba con mis manos nerviosas. –Si quisieras ir con nosotros mañana a dar un paseo. Como los que dábamos cuando éramos chicos… -Él nos dio una sonrisa triste. Ya se lo que se viene.
-Lo lamento, pero tengo una reunión mañana y mucho trabajo para hacer en la oficina.
-Pero antes no trabajabas los domingos. –Protestó Liam. –Sos el jefe. ¿No podés autodeclararte enfermo? O mejor, no le tenés que dar explicaciones a nadie. Simplemente borrate y ya. –Yo asentí dándole la razón a mi mellizo. Nuestro padre bajó los pocos escalones que había subido hace un par de segundos hasta llegar a nosotros.
-Saben que los amo. Pero no puedo simplemente dejarlo todo. ¿Se acuerdan lo que les decía cuando eran chicos? –Ambos asentimos desganados. –Mi empresa es como un barco pirata, y yo soy el capitán. Si simplemente me tiro al mar por un día para nadar con un delfín un rato, la gente se descontrolaría. –Nos besó la frente a los dos. –Ahora me voy a descansar un rato. Llámenme cuando esté lista la comida. –Y dicho esto volvió a subir las escaleras.

-Dime que no acabamos de ser rechazados con una historia infantil. –Dijo mi hermano, pero yo ya no pude contestar. Simplemente comencé a subir las escaleras con rumbo a mi cuarto.

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Maratón parte 1/2