martes, 4 de marzo de 2014

Capítulo veintisiete: "Be Alright"




El sonido del celular logró que Louis se despertara. Abrió los ojos un poco. La única luz de la habitación provenía del celular, pero era lo suficientemente brillante como para iluminar alrededor. El castaño siquiera recordaba dormirse. Aún seguía usando la misma ropa con la que fue a la fiesta de Mark, y la botella de José Cuervo estaba vacía al lado del teléfono, en la mesa de noche. Le tomó unos segundos acostumbrarse a la luz antes de agarrar el teléfono, el cual por cierto seguía sonando bastante fuerte. Además de eso, no se escuchaba ningún ruido en la casa, lo que confirmaba que probablemente las chicas ya estuvieran durmiendo. Antes de contestar miró la hora. Cinco menos cuarto de la madrugada. ¿Quién mierda me llama a esta hora?, pensó el ojiazul.

-¿Hola? –Contestó. Se sentó en la cama y se fregó los ojos.
-Hola, estoy llamando del hospital St. George. ¿Conoce a Liam Payne?
-Si. –Contestó rápidamente. Esa última oración logró despertarlo por completo.
-Disculpe la molestia, pero el señor Payne tomó lugar en un accidente automovilístico. –Esperen, ¿qué? ¡Mierda! Quiso preguntar si se encontraba bien, si le había pasado algo grave, pero la mujer siguió hablando. -¿De dónde lo conoce?
-Es mi mejor amigo. –No podía decir mucho más. Había entrado en shock.
-¿Conoce a algún familiar o tutor legal que pueda venir? –Preguntó la mujer.
-S-si. –Tartamudeó. –Estoy con su hermana. Ahora le digo que vaya.
-Bien. Gracias, y perdón por la molestia. –Y antes de que pudiera hacerle otra pregunta, cortó.

Se levantó de un salto de la cama, se calzó fugazmente y salió de su habitación. Corrió escaleras abajo. No había nadie. Volvió a subir saltando de dos en dos escalones hasta llegar al piso de arriba nuevamente. Fue hasta la habitación de su hermana. Estaban las cinco tiradas. Tres en la cama, y dos en el piso. Localizó a _______ al toque. Era una de las que estaba tirada en el piso. Con la cabeza apoyada en un bolso. Se arrodilló a su lado y comenzó a sacudirla.

-_______. _______. Despertate. –Comenzó a susurrar el chico sin dejar de sacudirla.
-¿Qué? –Respondió de mala gana la chica, sin abrir los ojos.
-Tengo que hablar contigo. –susurró el mas ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ hablar contigo. -susurros ojos.
.ba tirada en el piso. Con la cabeza apoyada en un bolso. a recordaba dormirse. A, y ás grande de los Tomlinson.
-Ahora no, Louis. –Respondió ella con voz adormilada, mientras se volteaba. Pero solo logró estrellar la cabeza contra el piso. Cosa que no ayudó en nada a su dolor de cabeza. Volvió a voltearse y finalmente abrió los ojos. –Tengo resaca y todavía siquiera amaneció. ¿No puede esperar hasta mañana? –Preguntó de mal humor. No le gustaba que la despertaran.
-No. No puede esperar hasta mañana. Es de verdad urgente. –La chica levantó su cuerpo levemente y miró alrededor. Todas las chicas seguían durmiendo.
-Bien. –Respondió parándose. –Más vale que sea importante. –Se puso las ugg’s y salió por la puerta de la habitación, seguida de Louis. -¿Qué es tan importante que no puede esperar hasta mañana? –Preguntó _______ girando los ojos, mientras se recostaba contra la pared. La cabeza aún le dolía, y los ojos le pesaban y le pedían a gritos cerrarse. Las lagañas no ayudaban en absoluto.
-Liam está en el hospital. –La chica abrió los ojos de golpe y se enderezó.
-¿¡Qué?! –Gritó en un susurro. -¿Cómo que esta en un hospital? Cy se enderezas no ayudaban en absoluto.
pared. La cabeza aza apoyada en un bolso. a recordaba dormirse. A, y á en el hospital? –Preguntó anonadada. Esa noticia había logrado despabilarla por completo.
-Si, tuvo un accidente de auto y está en el hospital. Me acaban de llamar. –El corazón se le frenó de golpe, y luego volvió a latir con una velocidad sobrehumana. El aire dejó de llegarle a los pulmones. Comenzó a sudar y el labio le empezó a temblar.
-¿Es en cerio? –Preguntó con un hilo de voz, viendo como las lágrimas se aproximaban. –Si es una joda, es de muy mal gusto, Louis.
-No te jodería con algo como eso. –Respondió él.

Sentía lo que ella sentía. Esa angustia e impotencia. Saber que no podés hacer nada al respecto, te pone más nervioso. Él había experimentado eso por su cuenta hace unos años, en una situación similar. Y los acontecimientos del momento no hacían más que recordarle ese sentimiento.

-¿Entonces qué hacemos acá? ¡Llevame al hospital! –Exigió la chica. Louis simplemente asintió y corrieron escaleras abajo. Se abrigaron con lo primero que encontraron en el perchero, y corrieron al auto de Louis.

El hospital quedaba algo lejos, y eso solo lograba que ambos chicos se alteraran. Durante el camino a _______ no se le ocurrió mejor idea que implantarse la culpa del acontecimiento sucedido con su hermano. No sabía por qué, ni tenía ideas válidas para argumentar su fundamento, pero aún así sentía que de alguna manera, eso había tenido que ver con ella. Se angustió el doble de lo que estaba antes. Un millón de preguntas se cruzaron por su cabeza, pero no pudo pronunciar palabra alguna. Estaba asustada. ¿Qué le había pasado a su hermano? ¿Estaba bien, o no? ¿Qué fue exactamente lo que pasó? ¿Qué hacía afuera a esa hora de la noche? Y así. No tenía tiempo de responderse la pregunta a ella misma, que su mente ya estaba formulando otra, dejándola más nerviosa que antes.

Había estado lloviendo más temprano en la noche, y el pavimento aún estaba mojado y brilloso. Las hojas que ya habían caído de sus árboles estaban pegadas en la acera o en la calle, sucias y mojadas, quitándoles de esta manera todo su atractivo. Las lágrimas se deslizaban a gran velocidad por su mejilla, y ya ni se preocupaba por secarlas. Sabía que era caso perdido. Iba a continuar llorando hasta tener a su hermano con ella.
No le encontraba sentido al llanto. ¿Para qué llora la gente? Para nada. Para romper las bolas. Llorar no sirve de nada. O eso era lo que ella creía. Pero de todas maneras estaba ahí. Recostada contra la ventana, hecha un ovillo sobre el asiento del acompañante, y derramando las suficientes lágrimas como para llenar todo el Támesis.

Por otro lado Louis no la estaba pasando mejor. Todo este problema le recordaba a su padre. Había aprendido a vivir sin él, pero eso no quiere decir que de vez en cuanto no tuviera sus derrumbes.

Manejaba lo más rápido que se le era permitido, teniendo su cuidado. Se había puesto en el lugar de _______ desde que se enteró de la noticia, y no podía hacer más que comprenderla. Habiendo pasado por lo mismo, se supone que tendría que poder aconsejarla o tranquilizarla. Pero simplemente no encontraba las palabras adecuadas.

A cada rato volteaba a verla, y la encontraba siempre en el mismo lugar. Finalmente comprendió que las palabras a veces no son suficientes. Lentamente posicionó su mano sobre la de ella y entrelazó sus dedos, logrando que ella se volteara a verlo.

Mirarla a la cara le partió el corazón en mil pedazos. Era como verse a él tres años atrás. La misma angustia, incertidumbre y miedo recorrían cada una de sus facciones.

Ella agradeció el contacto que la inmovilidad del auto les proporcionaba. De verdad necesitaba a alguien con ella en ese momento. Nunca hubiera podido lidiar con todo sola. Y por alguna razón, le alegraba que ese alguien fuera Louis. Tal vez por la experiencia que él ya había tenido, o tal vez fuera por otra cosa. Pero se alegraba de tenerlo ahí.

Finalmente llegaron al hospital St. George. Louis estacionó el auto de una manera que lo harían reprobar su examen de conducir si estuviera dando la prueba. _______ le soltó la mano a Louis recién cuando él retiró las llaves del auto, y ambos se bajaron casi al mismo tiempo. El castaño esperó a que la chica rodeara el auto para iniciar una caminata rápida hasta las puertas del mismo, la cual luego de un par de segundos se convirtió en una corrida bastante veloz.

Entraron y corrieron rumbo a la sala de emergencias, sin reparar en la gente que los miraba confundidos. Dos chicos en pijama a las cinco y pico de la mañana corriendo por los pasillos del hospital no es tan común como se cree.

Al cabo de un par de minutos encontraron la sala de emergencia, y se dirigieron inmediatamente hasta la recepción. Una mujer de mediana edad, con el cabello rojizo amarrado en un moño bajo, y algunas marcas de la edad, levantó los ojos de la pantalla de la computadora al segundo que escuchó las respiraciones agitadas de ambos chicos.

-¿Puedo ayudarlos en algo? –Preguntó la mujer, la cual recién reparaban que se llamaba Alice. _______ había logrado dejar de llorar mientras terminaba su maratón hasta la sala de emergencia, pero no sabía cuanto iba a tardar en romperse de nuevo.

-Mi hermano tuvo un accidente de auto. –Dijo ella, con el poco aire que le quedaba. Decirlo en voz alta era el triple de peor que escucharlo de otra persona.
-¿Cómo se llama su hermano? –Preguntó la mujer, con una calma excepcional.
-Payne. Liam Payne. –Respondió Louis, al ver que la chica se había quedado sin habla. La mujer tecleó unas letras en el teclado y al cabo de un minuto volvió a hablar.
-Si, está acá. -_______ tuvo ganas de clavarle un bisturí en el ojo por tal estupidez. Claro que estaba ahí, sino no hubieran venido. –Fue ingresado a las cuatro cuarenta y tres de la madrugada. –Louis vio las intenciones de estallar de su acompañante, así que le agarró la mano, dándole la señal de que lo dejara hablar.
-¿Puede decirnos cómo está? ¿O qué le pasó? –Preguntó el chico. La voz le temblaba levemente, pero trataba de controlarla.
-Lo lamento, pero no. Esa información es confidencial. –Dijo la secretaria, mirándolos por encima de sus pequeñas gafas cuadradas e insulsas.
-¡Pero soy su hermana! –Gritó la castaña, mientras lentamente perdía los estribos. Su hermano se podría estar muriendo, y ella no lo sabría. Claro que eso era pensar lo peor, pero la vida siempre le había enseñado a hacer justamente eso.
-Lo lamento, señorita Payne. Realmente, si pudiera se lo diría, pero no tengo esa información. Solo se que en este momento lo están revisando. No se cuanto va a tardar, pero mientras tanto pueden sentarse en la sala de espera.

Nuevamente la chica iba a explotar, pero Louis la contuvo y la alejó lentamente del escritorio de la secretaria y la guió hasta la sala de espera contigua. Ésta estaba vacía. Siquiera había la habitual música que ponen siempre en las salas de espera. Las revistas del año del pedo acomodadas en forma de abanico sobre la mesa de madera en el centro de la pequeña sala. Un pequeño dispensador de agua en la esquina opuesta a la puerta, y varias sillas azules decoraban la sala. Sin embargo, el más grande de los Tomlinson optó por sentarse en el piso, recostados contra una pared. Pensó, y estuvo acertado, que la chica iba a querer tener las rodillas a la altura de su cara para poder recostarla en ellas.

Segundos después, las lágrimas se disparaban de sus ojos velozmente. Él se sentó a su lado. Ese olor, el olor a hospital, a alcohol etílico y guantes de látex, le daba nauseas. Pero tenía que pretender estabilidad por ella. La abrazó y arrimó su cara a su cuello, mientras sobaba lentamente su espalda. No sabía que decir, ni cómo actuar. Pero estaba haciendo su mejor esfuerzo.

-Tranquila. –Logró susurrar cuando un sollozo de la chica lo preocupó.
-Tengo miedo, Louis. –Pronunció ella en un sollozo, aún escondiendo su cabeza en el pecho de él.
-Lo se. –Respondió él, mientras la apretaba más contra sí mismo.
-Decime que todo va a estar bien. –Levantó la cabeza para mirarlo. Los ojos estaban rojos e inchados, y sus mejillas llenas de lágrimas. Su nariz había alcanzado un color rosado, tirando a rojo, y sus pestañas estaban mojadas. Él quería decírselo. Quería decirle que todo iba a estar bien. Que se iba a solucionar. Que Liam iba a salir caminando por esa puerta, como si no hubiera pasado nada. Pero, ¿qué garantía tenía de eso? No quería darle falsas expectativas, pero a su vez lo último que quería era destrozar la poca esperanza que le quedaba. No quería hacerle promesas que luego no pudiera cumplir. –Por favor, Louis. –Insistió con la mirada perdida en sus ojos. –Necesito escucharlo de la boca de alguien. Incluso si no es verdad. Solo necesito que me lo digas. –Él se la quedó mirando. Su semblante triste, el camino de lágrimas recorriendo sus mejillas, sus largas pestañas empapadas de lágrimas… Tomó su cara con ambas manos y limpió el rastro de llanto de debajo de sus ojos.
-Todo va a estar bien. –dijo al fin. Y luego volvió a abrazarla. Haría lo que fuera que le pidiera con tan solo una mirada. No podía negarse a esa justo. Pero la pregunta está en, ¿se lo decía a ella o a él mismo?

Se quedaron un par de minutos en silencio, en los cuales lo único que se escuchaba en toda la sala eran los sollozos de ______. Louis no soportó más y comenzó a hablar, al menos para llenar el espacio.

-Todavía me acuerdo la última vez que estuve acá. –Suspiró recordando el escenario hace once o doce años atrás. -¿Vos te acordás? –La chica asintió con la cabeza levemente. –Recuerdo que estábamos jugando en ese parque después de comer. Habíamos ido a una tarde de picnic, ¿no? –No esperó a que ella contestara y siguió con el relato. –Había una gran colina, que terminaba en un bosque. Bueno, tal vez no era tan grande, pero lo parecía en ese entonces. Y a vos se te ocurrió la brillante idea de subir la colina, y luego rodar hasta abajo. –Hizo una pausa luego de reír levemente y se alegró que al menos su historia la había mantenido lo suficientemente entretenida como para que pare de sollozar. –Y yo tuve la brillante idea de secundarte. Nos odiábamos, pero para hacer ideas estúpidas, éramos los mejores amigos. –Vio como se limpió las lágrimas de la mejilla con el puño de la campera y levantaba la mirada para mirarlo. Había un indicio de sonrisa en su cara, y ya no lloraba con tanta frecuencia. Al menos la historia estaba ayudando. –Al final, todos terminamos estancados en un arbusto diferente, que nos impedían llegar al pie de la colina, los cuales, obviamente, eran venenosos. Con nuestra suerte no tuvimos que haber esperado mucho menos. –Finalmente logró que una pequeña risa se colara por sus labios. Sonrió al escucharla. –Recuerdo llegar al hospital, y pararnos frente a ese mismo escritorio. Mientras nuestros padres hablaban con la secretaria, todos llorábamos y nos quejábamos por el incesante ardor en todo nuestro cuerpo. Pero vos no. Vos estabas riéndote a pata suelta de lo gracioso que se veía Harry con la cara roja y llena de puntos más oscuros. –Nuevamente ella rió.
-Alguien tuvo que haber sacado una foto de Harry en ese momento. –Comentó mientras se acomodaba. Se sentó correctamente y apoyó la cabeza en mi hombro. –Parecía un petit morrón con rulos. –Esta vez el que rió fue Louis.
-Lo recuerdo. ¿Cómo olvidarlo? –Estuvieron un momento en silencio mirando a la pared de en frente a ellos.
-Gracias. –Dijo ______, mientras entrelazaba su mano con la de él. Era raro de ella comportarse así, pero no estaba en su mejor momento. Estaba con resaca, o probablemente aún no se le había pasado la borrachera, estaba triste, y necesitada. Eso explicaría más o menos por qué actúa así. 
-De nada. –Respondió, acompañado de un beso en la cabeza. No sabía como actuar. Se estaba por volver loco. Esperó unos segundos y agregó. –Se por lo que estás pasando. Y se que no es lindo. Y la verdad no se cómo hacer para ayudarte a sentir mejor. Y lo lamento.
-Si sirve de algo, no vas tan mal… -Soltó una risa en forma de bufido.
-Gracias.

Estuvieron otros interminables diez minutos en completo silencio, tratando de mantener las mentes alejadas de lo peor, aunque era difícil. Finalmente se escucha un ruido de una puerta abrirse. Giraron la vista hacia la de la sala de espera, pero seguía intacta. Sin embargo, unas voces se escucharon de detrás de la misma.

-Ahora a hacer reposo. –Se escuchó la voz de un hombre. –No fue una fractura para nada linda, Liam. –El mundo de la chica se llenó de luz de la nada. Se paró del piso casi por inercia y continuó escuchando la conversación. Se sentía aliviada. Su hermano podría tener todo el cuerpo fracturado, pero al menos estaba vivo. Y eso es lo que importa.
-Claro. –Esa era la voz de su hermano. Sintió que el corazón se le aceleraba.
-Mantén la pierna en alto. Y por lo menos por tres días tratá de hacer reposo absoluto.
-Por supuesto, doc. –Respondió Liam.
-Nos vemos en dos semanas para sacarte el yeso. Hasta entonces.

Pasaron alrededor de diez segundos desde esa despedida en las que no se movió la puerta, y _______ se comenzaba a impacientar. La puerta se abrió y entró Liam con unas muletas en la mano y un yeso en el pie izquierdo que le llegaba hasta poco debajo de la rodilla. Tenía un par de rasguños en la cara y en los brazos, y su camisa estaba sucia, rasgada, y tenía rastros de sangre por todos lados. Pero eso no importó en lo absoluto. Porque estaba bien. Y eso era todo lo que le bastaba a ella para sentirse completa otra vez.

-¡Liam! –Grito la chica antes de correr a abrazarlo.
-¡Auch! –Exclamó él cuando la castaña lo apretó.
-Callate conchudo del orto, te voy a abrazar y te vas a dejar abrazar aunque te duela el pelo, ¿entendiste? –Le habló aún abrazándolo.
-Ahí van mis falsas expectativas de un hola común y corriente. –Dijo antes de tirar las muletas al piso y devolverle el abrazo a su hermana, sin importarle cuanto le doliera el cuerpo entero. El alivio que sentía ella en ese momento era impresionante.
-Liam, ¿estás bien? ¿Qué pasó? –Se apresuró a preguntar Louis, llegando hacia donde los dos hermanos se abrazaban.
-Si, si. Estoy bien. Los médicos dicen, en otras palabras, que la saqué barata. Pudo haber sido mucho peor. Pero ahora estoy bien. –Respondió este, sin soltar a su hermana.
-Yo te juro, que dicen pelotudo y levantás la mano. –Dijo ésta, separándose del abrazo, pero aún teniéndolo agarrado. Sus muletas estaban en el piso, y no podía mantenerse en pie por si mismo.
-¿Y ahora que hice? Juro que esto no fue mi culpa. –Se quejó Liam, con un deje de diversión en la voz.
-¡Me hiciste sufrir como condenada! –Exclamó de la misma manera. –Estaba tan mal que hasta abracé a Louis. Juzgalo vos mismo.
-Y me agradeció. –Aportó el ojiazul, reprimiendo una risa.
-Y le agradecí. –Secundó _______. Liam solo rió.
-Deberías de haber estado delirando. –De repente todo el problema y la tensión que había entre ambos hermanos desapareció. O bueno, más bien _______ decidió no mencionarlo y simplemente olvidar el tema por un rato.
-Por tu culpa. –Liam volvió a reír. Extrañaba a su hermana, y no iba a preguntar porqué el cambio repentino de actitud. No iba a hacer nada para arruinar este momento.
-Vamos. Los llevo a casa. Ya son pasadas las seis. –Mencionó Louis, juntando las muletas y devolviéndoselas a Liam.

….

-Fin de la narración.-

-Narras tu.-

-¿Seguros que van a estar bien? –Preguntó una última vez Louis.

Estábamos en la puerta de entrada de mi casa luego de un realmente incómodo viaje en auto. Nadie mencionaba ni una palabra. Yo me sentía estúpida por haberme mostrado tan débil frente a Louis, y buscaba una manera de pedirle perdón a Liam por todo. Supongo que Louis tenía la mente ocupada con el tema de su padre, y Liam andá a saber en qué pensaba. Pero no intercambiamos palabras en todo el camino a casa.

-Si. Nosotros nos manejamos. Espero… -Respondí con una sonrisa mientras tenía a mi hermano apoyado en mi hombro.
-Siempre me puedo quedar y ayudar en lo que sea…
-No te preocupes, bro. –Respondió esta vez Liam. –Dentro de un par de horas llega Mary. Nos arreglamos.
-Cualquier cosa me llaman y vengo, eh. –Asentimos al mismo tiempo. Estaba cansada, y no olviden que todavía tenía una de las resacas más grandes de este año. –En cerio.
-Si, Louis. Andate. Ya bastante que me tuve que bancar tu cara fea toda la noche. –Respondí girando los ojos.
-Mi cara es hermosa. Y mirarla no es un obligación mala. Es un placer. Deberías de sentirte afortunada. –Respondió bajando los escalones de la entrada de espaldas.
-Claro, mi amor. –Dije sarcásticamente mientras cerraba la puerta.

Ayudé a Liam a subir las escaleras hasta llegar a su cuarto.

-Supongo que vas a querer bañarte… -Dije entrando a su cuarto antes que él, para prender las luces y eso.
-Creo que hubiera sido mejor no echar a Louis tan rápido… -Di una risa nerviosa y él me imitó. ¿Por qué tenía que ser todo tan incómodo?
-O puedo llamar a Alison. Estoy segura que no duda en ayudar… -Dije con una sonrisa, para romper la tensión del momento.
-¿Vos querés que te ponga la muleta de sombrero? –Preguntó gracioso.
-Admití que te encantaría que ella te bañara… -Comenté ya un poco más relajada, mientras lo ayudaba con la camisa.

Finalmente se metió en la ducha. No teníamos una bolsa de plástico para cubrir el yeso de mojarse, así que tuvo que dejar el pie con el yeso afuera mientras se bañaba. En el interín yo me dediqué a ordenar un poco su cuarto. ¿Yo? ¿Ordenando? ¿Dónde se vio?

Cuando salió lo ayudé a vestirse y a acostarse en su cama. Lo tapé y arreglé las almohadas. ¿Faltará algo más hacer que pueda ayudar?

-¿Precisás algo más? –Pregunté en un suspiro.
-No. –Respondió acomodándose en la cama.
-¿Tenés hambre? Puedo preparar algo de comida…
-Estoy bien. –Insistió. Me quedé parada inmóvil en el medio de la habitación.
-Está empezando a enfriar bastante. Tal vez podría traer un par de frazadas o…
-______, -Me interrumpió. –te dije que estoy bien.
-Okey. –Respondí con una timidez ajena a mí. –Cualquier cosa, pegame el grito. –Le dije dándome la media vuelta para ir a mi cuarto.
-_______, esperá un segundo. –Volví a voltearme esperanzada. -¿Podemos hablar?
-¿Ahora? –Pregunté jugando con los dedos de mis manos.
-Si. Ahora. –Respondió sin apartar la mirada de mis ojos, lo cual me intimidaba de sobremanera. Lo dudé unos minutos.
-Okey. –Acepté al fin, mientras me acercaba lentamente hasta su cama.
-Bueno, pero si vamos a hablar, que sea con sinceridad. –Lo miré sin comprender. –No me va esto de que sigas pretendiendo que no pasó nada. Porque pasó. Y el panorama no va a mejorar hasta que hablemos de ello.
-Tal vez lo haga. Personalmente, soy una fan de ignorar los problemas hasta que eventualmente desaparecen. –Respondí tratando de agregar un poco de humor a la conversación, o probablemente terminaría llorando antes de siquiera empezar.
-Yo no. Y quiero hablar de eso. No quiero pasar semanas, o incluso meses, esperando a que las cosas mejoren, y mientras tanto vos me hables como si fuera el abuelo enfermo de tu novio. –Bajé la vista a mis manos que jugaban nerviosamente con la sábana de la cama de Liam.
-Bien. –Respondí en un suspiro. –Hablemos del problema.
-Ahí está la cosa. No quiero hablar del problema. No me importa el “problema”. Me importa el hecho de que hayas creído las cosas que te dije. –Genial. Justo a donde no quería llegar… -¿Quién te metió en la cabeza que eso es cierto?
-¿Además de vos? –Dije a la defensiva volviendo la cabeza para mirarlo. Me sostuvo la mirada. Inmediatamente me arrepentí del comentario. –No es solo que me lo hayan dicho. Me conocés. No creo en lo que las personas dicen sobre mí. Es solo que… analizándolo… tanto Harry como vos tienen un punto.
-¿Qué punto?
-Ambos me dijeron lo mismo. Que era egoísta…
-Pero no lo sos. –Me interrumpió. –Tanto Harry como yo estábamos enojados cuando lo dijimos.
-¿Y si sí lo soy? –La pregunta vino acompañada de un nudo gigante en el pecho, aviso de que las lágrimas estaban por llegar. –Es decir… Hay que admitir que básicamente todas las cosas que hago son por interés propio. Por ejemplo… Unir a los profesores. Todo a mi beneficio. O el simple hecho de que siempre estoy obligándolos a hacer lo que yo quiera. Que los haya hecho hacer un tatuaje solo porque yo querja. ﷽﷽﷽﷽﷽﷽acer lo que yo quiera. Que los haya hecho hacer un tatuaje solo porque yo quer arrepentas mejoren, y mientras tanto voía.
-Te nublaste la mente con todas las cosas malas, que ni siquiera pensaste en las cosas buenas que hacés a diario. –Lo miré confundida. –Ultimamente me estuve fijando en algunos detalles. Como que le hayas dicho a Micki que te mandara un mensaje cuando llegara a su casa. O defender a Niall cuando lo molestamos. O que cada vez que te subís al auto le recordás a Harry que se ponga el cinturón. O aquella vez que humillaste completamente a Jackson por engañar a Alison hace un año. Y, ¿te pensás que no noté que elegís siempre a Zayn de pareja en la clase de danza para que no se sienta mal por ser horrible bailando? Puede ser que no te des cuenta, pero estás todo el tiempo pendiente de los demás. Hay muchas maneras de demostrarle a los demás que te importan. Así que quiero que dejes de pensar esa estupidez, porque si tengo que organizar una intervención e invitar a todo el colegio para demostrarte lo contrario, te juro que lo hago. –A esta altura las primeras lágrimas ya se habían resbalado por mis mejillas.
-A veces tengo miedo, ¿sabías? –Comenté al cabo de un minuto. –Tengo miedo de que eventualmente, las personas terminen cansándose de mi actitud y se vayan. Es bobo, pero… -No pude completar la frase.
-Bueno, si eso pasa, tenés una garantía de que siempre me vas a tener a mí. Porque no importa lo mucho que me saques de quicio, lo molesta que podés llegar a ser, lo insoportable, o lo egoísta, al final del día, sos mi hermana. Y te amo más que a nadie en el mundo. –Luego de unos segundos volvió a hablar. –Eso sí, no puedo hacer mucho si vos te alejás de mí… -Emití una pequeña risa mientras me limpiaba las lágrimas.
-Eso no va a pasar. Sabés que te necesito más que a nadie. Porque me hacés reír más que cualquiera, y soy la mejor versión de mí cuando estoy contigo. Y sobre todo, porque cuando no estás, no se siente bien hasta que volvés. Sos literalmente lo único que tengo. No puedo perderte a vos también.
-Vení acá. –Estiró los brazos para que yo me acostara a su lado, y obedecí. –Vos también sos lo único que tengo. Pero por ahora, sos lo único que necesito. Y, la próxima vez que se te cruce por la cabeza que estoy mejor sin vos, recordá que casi muero en tu ausencia. Capaz que se te pasa la estupidez… -Reí y le golpeé suavemente el pecho, consciente de que aún seguía lastimado.
-Sos un desastre.
-¿Sabés que otra cosa soy? –Preguntó ahora mucho más animado.
-¿Qué?
-Batman.
-¿Batman?
-Batman. –Insistió. Me acompañó con su risa por un rato.
-¿Querés saber algo raro? –Pregunté luego de un par de minutos de completo silencio.
-Siempre. –Respondió con un tono de voz completamente diferente al de antes.
-Más temprano, me desperté exaltada después de una pesadilla. No la recuerdo muy bien, pero creo que me iban persiguiendo. Era una persecución. Habían armas, y disparos. Y yo iba en auto. Y justo cuando iba a chocar contra un tren, no me preguntes por qué un tren, me desperté. Vos sabés que siempre pensé que los sueños tenían una relación con la realidad. Pero simplemente lo ignoré porque estaba borracha, y además puede ser que haya sido por la historia que Louis me había contado de su padre hace un par de días. El tema es que traté de volverme a dormir, y a los veinte o treinta minutos Louis me despierta para decirme lo de tu accidente. Conociéndome, sabés que iba a pensar algo así, ¿no? –Hablé aún recostada en su pecho.
-¿Qué decís? ¿Que todas esas veces que jodimos con tener “poderes de mellizos” era posta?
-No. No existe tal pelotudez como “poderes de mellizos”, tarado. Solo que… Creo que de alguna manera sentí lo que vos sentías. Sentí que te había pasado algo. Capaz es coincidencia, pero bueno, sabés que no creo en las coincidencias… Ya se, estoy re loca.
-No… Puede ser lo que estás diciendo. El otro día, vos estabas extremadamente feliz por algo, y de la nada yo también estaba feliz. El día del comienzo del otoño, ¿te acordás? Y lo eh sentido antes. Es raro. No tengo sentimientos fijos, pero si como una alerta.
-Y… ¿por qué? –Pregunté, esperanzada de que él supiera la respuesta.
-No tengo ni la más pálida idea…
-Zac Efron. –Respondí seria sin mirarlo.
-¿Eh? –Preguntó confundido mi hermano.
-Zac Efron es la respuesta para todo.
-¿Y eso por qué?

-Porque está divino. Duh.

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Eh aquí capítulo. Mátenme si quieren, pero primero escuchen mi defensa. Estuve de viaje hasta hace una semana y media, más o menos, y cuando llegué me puse a escribir, pero este capítulo, como habrán visto, es heavy. Tenía que pensar bien que poner, y como expresarme, y aún así siento que no está bien escrito. Está lleno de emociones diferentes, y expresarlas no fue fácil. Es más, no pude hacerlo realmente. Pero me pareció mal que pasaran más tiempo sin capítulo, así que simplemente hice lo que pude, y esto es lo que salió. Perdón por la tardanza. Las adoro a todas!!!!

-Juuu :):):)